
Volvemos al dinámico mundo de las 125 donde siempre podemos encontrar nuevos modelos que las marcas lanzan al mercado con el objetivo de encandilar a los nuevos moteros/as o a los principiantes en este mundillo, que se sumergen en él ya sea por los atascos, la economía, la nueva afición…
En esta ocasión probamos una nueva marca, SWM, marca italiana con casi medio siglo de historia fabricando motos. Originalmente se especializó en motos de trial y enduro en la década de 1970, pero se retiró en 1984; la marca regresó en 2014 con el respaldo de una empresa china, y ahora está construyendo una gama de motos más pequeñas cerca de Milán. Y esta es la Gran Milano Outlaw 125, una pequeña y elegante scrambler urbana impulsada por un motor monocilíndrico de 124,7 cc de refrigeración líquida.
En primer lugar valoremos lo que tenemos entre las piernas. Esta moto, con los impuestos y el transporte incluidos, cuesta unos 3.600 euros (ahora 3.300 en promoción). Es un buen precio para una moto nueva, pero hay que valorar que vamos a echar de menos de otras motos con precio más elevado, en cuanto a calidad y rendimiento. Tal vez no tanto como se podría pensar.

A primera vista, la SWM Gran Milano Outlaw 125 parece más de lo que es, o al menos eso nos ha parecido. Un doble escape lateral tipo scrambler, un asiento llamativo de doble costura y con el logo de la marca grabado en la parte trasera, horquilla invertida, doble amortiguador trasero… En realidad, tenemos una monocilíndrica con motor de cuatro válvulas Euro5. El motor rinde 15 CV a las 10.00 rpm (2,5 CV más que la versión anterior) y 11 Nm a 7.000 rpm. Todo el conjunto pesa 143 kg, lo que seguramente derive en una aumento de cilindrada en cuanto su dueño tenga ocasión. Pero de momento, para «ratonear» por la ciudad gastando poco y llamar un poco la atención con su estética y detalles, la SWM Gran Milano Outlaw 125 resuelve bastante bien.

Para un precio tan bajo, hay un conjunto muy interesante. Llevamos una horquilla invertida de 41 mm y doble amortiguador trasero con precarga de muelle y extensión, dos detalles que no son muy comunes en motos de «iniciación». Los frenos delanteros cuentan con un disco único ventilado de 300 mm con una pinza flotante de dos pistones; el ABS de doble canal es novedad respecto al CBS de la versión anterior, y viene de serie. El disco trasero es de 220 mm de una sola pastilla. Principalmente la SWM se detiene con el freno delantero y el trasero es más un apoyo. Todo el conjunto va sobre un juego de neumáticos Pirelli Rosso 120/70-17″ delante y 150/60-17″ detrás. Y todas las luces -incluido el faro- son de LED, características que esperarías ver en motos más caras.

Pero no es oro todo lo que reluce, hay algunos detalles que pagan estos extras. El acabado en general no es perfecto: la botella del líquido refrigerante color verde, es un paso atrás, y se ve alguna clema de color y algún cableado no terminado como debería. Es gracioso que junto a estos detalles encontremos unos contrapesos de buena calidad en el manillar,
La instrumentación es justa, y aunque suficiente, se echa de menos algo más de actualidad electrónica. Por otra parte, algunos botones de las piñas no terminan de dar la sensación de calidad total (la señalización de las intermitencias se hacía un poco liosa al principio por su ubicación y tacto).

Donde más nos ha gustado la SWM Gran Milano Outlaw 125 es en la conducción. Con una altura de asiento de 720 mm, mi metro ochenta y dos puede ser muy alto para ella, especialmente saliendo de ruta. Pero la Outlaw 125 brilla más en ciudad. Y si la sacas a carretera, podrás alcanzar casi los 120 km/h con lo que las opciones se abren un poco más.
Como decíamos, la mejor puntuación es para su conducción y manejo. La suspensión y el chasis trabajan juntos para que la Outlaw sea estable y no de ninguna sensación de poca estabilidad y vibración. El manillar la hace fácil de conducir y a la vez nos deja movernos ágilmente entre los coches. En cuanto a los frenos, trabajan bastante bien, más el delantero, pero la frenada conjunta es más que notable.
De hecho, el manejo supera con creces las capacidades del motor, aunque eso no es en absoluto una decepción. Se revoluciona con facilidad y, teniendo en cuenta que sólo tiene 15 CV, el empuje para una rápida aceleración es bueno. Sólo a medida que las revoluciones se acercan a su límite de giro, empieza a faltarle el aire y empieza a hacerse ruidosa. La sexta marcha quizá es para economizar los 16 litros de capacidad del depósito, sino fuera para ello, casi que sobraría.
En general, es una moto sencilla y básica con una sorprendente mezcla de diversión, valor y estilo. Para principiantes o nuevos conductores, los de menor estatura, o incluso alguien que quiera una moto urbana barata y alegre, harían bien en echar un vistazo a la SWM.
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